Un sitio azteca en la Ciudad de México revela un hallazgo sorprendente: los arqueólogos han descubierto más de 100 cráneos en la Isla Calavera.

La semana pasada, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México anunció que investigadores habían descubierto una sección de una de esas torres debajo de las ruinas del Templo Mayor de la Ciudad de México. Contenía 119 cráneos de hombres, mujeres y niños.Los arqueólogos descubrieron por primera vez esta torre, llamada Huei Tzompantli, hace cinco años. Los cráneos datan de hace más de 500 años. La nueva sección encontrada eleva el total de cráneos de la torre a 484, dijo el INAH en un comunicado.

El nuevo conjunto de cráneos fue descubierto en marzo, enterrado a más de 10 pies bajo las calles de la capital mexicana. (La Ciudad de México fue construida sobre la capital del imperio azteca, México-Tenochtitlan).

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“El Huei Tzompantli es, sin duda, uno de los hallazgos arqueológicos más impresionantes de los últimos años en nuestro país”, dijo en un comunicado Alejandra Frausto Guerrero, secretaria de cultura de la Ciudad de México. “Es un testimonio importante del poder y la grandeza alcanzados por México-Tenochtitlán”.

En algún momento entre 1486 y 1502 se construyó una torre de cabezas como Huei Tzompantli. Probablemente se encontraba en un templo dedicado a Huitzilopochtli, el dios azteca de la guerra y los sacrificios humanos. La torre tiene más de 16 pies de ancho y consta de filas tras filas de cráneos empalados en largos postes de madera, como cuentas en una cuerda. Estas hileras formaban los muros de la torre.

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Todos los cráneos estaban orientados hacia adentro, hacia el centro hueco del Tzompantli. Según la prensa asociada, es posible que los aztecas dejaran que la carne de las cabezas se pudriera antes de montar las filas de cráneos para completar la torre en su lugar. Estas actividades específicas probablemente “se convirtieron en obsequios para los dioses o en representaciones de las propias deidades”, añadió.

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Las torres de calaveras fueron declaraciones de poder en el imperio azteca. Según Barrera, los aztecas construyeron Tzompantli como este para demostrar el poder de su imperio a los enemigos. Los prisioneros de guerra eran sacrificados a los dioses aztecas y exhibidos en estas torres. Los aztecas practicaban estos rituales porque creían que mantenían vivos a los dioses y aseguraban que el mundo siguiera girando, según el INAH. Tales sacrificios, llamados nextlahualli (que se traduce como “pago de deudas”), fueron vistos como una forma de cumplir su parte de mantener el orden cósmico.

“El sacrificio humano en Mesoamérica era un compromiso que se establecía diariamente entre los seres humanos y sus dioses, como una forma de realzar la naturaleza misma”, afirmó Barrera.

Muchas de las torres de sacrificio de los aztecas se perdieron cuando los españoles invadieron las tierras aztecas en el siglo XVI. Cuando las fuerzas de Hernán Cortés tomaron México-Tenochtitlan, destruyeron al tzompantli allí.

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Esa es la razón, según el equipo de Barrera, por la que hasta ahora solo han descubierto secciones de esta torre: fue arrasada y esparcida por toda la ciudad.

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