Maravilla eterna: un oso momificado de 3500 años arroja luz sobre los estudios de animales antiguos y las técnicas de preservación

Hace dos años y medio, unos cazadores de renos hicieron un descubrimiento extraordinario en el permafrost siberiano: el cadáver de un oso en perfecto estado de conservación. Encontrada en Bolshyoy Lyakhovsky, una isla ártica al norte de Rusia continental, la criatura tenía su pelaje, piel, garras, dientes, grasa corporal y órganos internos todavía intactos, un hecho notablemente raro.

La paleontóloga Lena Grigorieva lo describió como “el primer y único hallazgo de este tipo: un cadáver de oso entero con tejidos blandos”, enfatizando su importancia para la comprensión científica. Inicialmente identificado como un oso de las cavernas extinto de la última Edad del Hielo, investigaciones posteriores revelaron que en realidad se trataba de un oso pardo, y se estimó que su edad rondaba los 3.460 años.

Si bien es posible que el cadáver no ofrezca información directa sobre la Edad del Hielo como se supuso inicialmente, aún brinda a los científicos una oportunidad de estudio sin precedentes. Recientemente, los investigadores realizaron una necropsia o autopsia animal del oso. Examinaron cuidadosamente sus órganos internos, realizaron estudios genéticos y virales e incluso extrajeron su cerebro para futuras investigaciones.

A partir de la necropsia, los investigadores determinaron que el oso era una hembra, de aproximadamente dos o tres años de edad en el momento de su muerte, que medía 5,1 pies de altura y pesaba alrededor de 172 libras. Se encontraron evidencias de lesiones en la columna vertebral, aunque se desconoce la causa exacta de la muerte. El contenido del estómago del oso permitió vislumbrar su última comida, que contenía restos de plantas no identificadas y plumas de aves.

A pesar de la gran cantidad de información recopilada de la necropsia, quedan dudas sobre cómo terminó el oso en la isla, a aproximadamente 30 millas del continente. Las especulaciones incluyen nadar, caminar sobre agua cubierta de hielo o la posibilidad de que la isla haya estado conectada al continente en el pasado.

Hoy en día, los osos pardos habitan en varias regiones de América del Norte, Asia y Europa, con un total estimado de 110.000 individuos en estado salvaje. Aunque las organizaciones conservacionistas los clasifican como una especie de “menor preocupación”, los osos pardos aún enfrentan amenazas como la destrucción de su hábitat, las perturbaciones humanas y la contaminación ambiental.

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