Cuenta la leyenda que durante la construcción del Mister de Friburgo en la Baja Edad Media, las tepsioпs se elevaban entre las escaleras y el ayuntamiento. Frustrados por los bajos salarios, las malas condiciones de trabajo y los desacuerdos sobre el diseño del proyecto, los stopemas buscaron una salida creativa para sus quejas.
En un acto audaz de desafío y venganza, un inteligente stopemaso esculpió una gárgola traviesa, escondida entre las intrincadas tallas que adornan el exterior del señor. A diferencia de las temibles criaturas típicamente representadas en la arquitectura gótica, esta gárgola tenía un agarre descarado y un trasero desnudo, mostrando con orgullo su trasero a la ciudad de abajo.
Cuando el ayuntamiento descubrió la adición del escándalo a su amado señor, se indignaron y exigieron su eliminación. Sin embargo, los stopemas argumentaron inteligentemente que retirar la gárgola comprometería la integridad estructural del edificio, obligando al ayuntamiento a aceptar a regañadientes su presencia.
A lo largo de los siglos, la gárgola que muge se ha convertido en un querido símbolo del espíritu rebelde de Friburgo y de la resiliencia de su gente. Los visitantes acuden en masa al Mister de Friburgo para echar un vistazo a la famosa gárgola, tomar fotos hermosas y compartir historias de sus orígenes con amigos y familiares.
Hoy en día, la gárgola que gime es un testimonio del poder revelador del arte y el humor para desafiar a la autoridad e inspirar el cambio. Sirve como recordatorio de que incluso ante la adversidad, la creatividad y el ingenio triunfan sobre la opresión, dejando una marca imborrable en la historia para las generaciones venideras.