Esta sorprendente composición podría fácilmente servir como punto de partida para innumerables historias. Plantea una multitud de preguntas: ¿Es esta una instantánea de una amistad iпoceptual entre un niño humano y una criatura de fábulas, o una ilusión hábilmente escenificada, un truco del arte fotográfico temprano destinado a divertir y desconcertar? Quizás se utilizó para un libro de cuentos de hadas, destinado a visualizar los cuentos salvajes que se cuentan a los niños antes de dormir.
El niño, vestido con un abrigo formal, un tanto de la época victoriana, y botas resistentes, se mantiene con un comportamiento que sugiere familiaridad y comodidad, contrastando marcadamente con la imponente figura de la criatura, cuya mirada parece a la vez sabia y cansada del mundo en el que se encuentra. iп. El escenario tiene como telón de fondo un camino bordeado de árboles, envuelto en una niebla que se suma a la mística.
Esta imagen, si bien plantea más preguntas de las que responde, es un testimonio del poder de la fotografía, no sólo para documentar, sino para eclipsar. Invita al espectador a reflexionar, soñar y creer en lo imposible, aunque sólo sea por un momento. Ya sea como un artefacto de una época pasada de espectáculos secundarios y espectáculos o como un vistazo a un mundo oculto donde las vidas del mito y la realidad se encuentran, esta fotografía se presenta como una cautivadora narrativa congelada en el tiempo.