Anhelo de libertad: perro encadenado, su dueño le niega el descanso y desea un simple consuelo

Escuchamos historias como esta con demasiada frecuencia. Una familia adquiere un perro sólo para mantenerlo encadenado afuera en todas las condiciones climáticas imaginables: frío, lluvia y calor abrasador.

Es brutal y despiadado, pero ésta era la única vida de Hank. Cuando los rescatistas recibieron una llamada de un vecino preocupado, se dieron cuenta de que tenían que actuar.

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Se sorprendieron cuando llegaron a la residencia de Hank. Bajo la fría lluvia, se sentó sobre una cadena. Había suciedad por todos lados. Ni siquiera tenía un plato de agua ni de comida.

¿Qué tipo de familia abandona a su perro de esta manera? ¡Las autoridades intervinieron y la organización de rescate pudo transportar a Hank ese día!

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Los rescatistas recibieron malas noticias en el centro veterinario. Hank no se sentía bien. Tenía moquillo, por lo que sólo tenía un 50% de posibilidades de sobrevivir.

El pobre cachorro estaba hambriento y anémico. Su sistema inmunológico estaba debilitado. Esto significaba que Hank necesitaba mucha atención personalizada. La organización de rescate solicitó ayuda a través de las redes sociales.

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Dos mujeres se acercaron, ansiosas por llevarse a Hank a casa. Se ofrecieron como voluntarios para cuidarlo las 24 horas del día, los siete días de la semana. Hank no sólo recibió medicamentos, alojamiento adecuado y comida, sino que también recibió mucho amor.

Sus madres adoptivas se aseguraban de que asistiera a todas las citas con el médico, comiera adecuadamente y durmiera profundamente (¡en el sofá o en la cama!). ¡Afuera, no en una cadena!)

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Hank finalmente estaba a gusto y en casa. Pasaba sus días relajándose. Estaba enfermo y frágil, pero aun así se las arregló para mover la cola y sentarse en el regazo de su madre.

Hank era lo suficientemente joven como para disfrutar de una larga vida, pero su anterior dueño se la arruinó. Hank continuó deteriorándose a pesar de recibir la atención adecuada desde que era cachorro, incluidas vacunas y una alimentación adecuada.

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Si bien la muerte de Hank es devastadora, saber que pasó sus últimos días sintiéndose amado es un logro en sí mismo. UNA VIDA FELIZ DEBE SER EL DERECHO DE TODO PERRO. Así encontró Hank la felicidad.

Cruzó el puente del arcoíris en brazos de su madre y susurró: “Te amamos, Hank”. ¡Dulce niño, descansa en paz!

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